lunes, 2 de diciembre de 2013

Sembrar siempre, para recoger después, sin duda alguna.

Hoy no podía de dejar de escribir esta entrada para mi blog.

Como ya he escrito varias veces mi trabajo de cuidadora en el pueblo vecino de Añora marcó una etapa  preciosa de mi vida.

Esa princesita de 89 años que me enseñó muchas cosas a pesar de ser la última etapa de su vida y que terminé con ella en ese año intenso a su lado.

Hoy he vuelto a encontrarme con muchas de esas vecinas, amigas y conocidas de ella en un taller de elaboración de dulces caseros, que ellas saben hacer a la perfección.

Al verme, rapidamente han venido a abrazarme y besarme.
Abrazos y besos de los de verdad, de los que que marcan, emocionan y gustan.
En otras ocasiones ya he coincidido con ellas y me han demostrado el aprecio que me tienen.
Muchas de ellas, nos visitaban y compartían con las dos ratitos de charla y compañía.
La gente mayor quiere y se deja querer, es lo que más me gusta de esa etapa de la vida.

La vejez es la etapa donde una persona necesita que la quieran más, que estés más a su lado, que le demuestres que la escuchas...

Justo es lo que tiene que hacer una cuidadora profesional, querer, ayudar, escuchar, acompañar, entender, empatizar.... toda esa lluvia de ideas que pusimos en común las cuidadoras en el taller del miercoles pasado.

Como me gusta que me digan, que buena cuidadora fuiste con ella, como la quisiste y que bien lo hiciste hasta el final...

Este es el buen sabor de boca que queda cuando el trabajo está bien echo, cuando una pone todo el corazón y esfuerzo en lo que hace.

Gratificante y emocionantes las muestras de cariño recibidas.