Cada día la recuerdo y la echo de menos.
Reconozco que el buen sabor de boca que me quedó después de su fallecimiento hace que me sienta orgullosa de como lo hice hasta el final.
No dejo de emocionarme cada vez que veo fotos, escucho su voz o miro un precioso cuadro que me traje a casa para tenerla siempre presente.
Espero os guste:
ME TOCASTE EL
CORAZÓN, PRINCESA.
Todo
comienza en un mes de Mayo, cuando cansada y agobiada con mi anterior trabajo
de venta de alimentación en mi negocio, decido que es hora de buscar
alternativas y salir a trabajar fuera del negocio familiar.
Me
pongo en contacto con la familia para ir a visitarla al hospital, pero me dicen
que la ambulancia ya esta preparada y se marchan para su pueblo. Concertamos
una cita para el día siguiente en la casa de mi princesita.
Nueve
de la mañana, un domicilio que no conocía de nada, un pueblo cercano al mío
pero que necesitaba coche para ir cada día.
Me
encuentro una señora mayor, con 87 años, en su silla de ruedas, su hija, una
nieta y un hijo allí esperándome para hablar conmigo y ofrecerme lo que
necesitaban para que su madre estuviese atendida durante todo el tiempo y de la
mejor manera posible.
La
casa me llenó de energía, nada de lujos, muebles y enseres los necesarios para
poder vivir cómodamente, mucha luz, el sol entrando por la puerta del patio,
justo lo que busco siempre que me es posible y que me sirve para recargar
pilas.
Me ofrecen quedarme al cargo total de
la casa, compras, comida, aseo, médicos, limpieza…
Al
principio me asusté, pero no me dio tiempo a pensarlo, necesitaban con urgencia
alguien que pudiera ocuparse de ella y atenderla en todas sus necesidades.
Arrastraba
desde tiempo problemas de deterioro debido a la edad y una demencia de tipo
vascular, necesita estar acompañaba y alguien que se ocupara en jornada
completa de ella.
Sus
hijos dormían con ella y la visitaban a diario, pero era imposible estar las 24
horas atendida porque todos tenían sus trabajos y familias.
Con este horario, incluidos algunos fines de semana estuve con
ella casi 365 días. Su casa se convirtió en mi nuevo hogar salvo las horas de
tarde-noche que yo regresaba a mi casa con mi marido y mis hijos.
En esta etapa por supuesto agradecer
al maravilloso marido y padre que tenía en casa y que se ocupó de mis hijos en
todo momento a la perfección.
Una
rutina diaria, de levantarla, aseo, desayuno,
pasear, charlar, recitar poesías y sobre todo de querernos y adorarnos
mutuamente.
Casualidades
de la vida, esta buena mujer trabajadora y luchadora desde siempre había estado
con mi padre en el campo, cuando mi padre era un chavalito joven y cuando se
quedaban en el campo para poder llevar algo de dineros a sus casas, siendo casi
niños.
Ella
le había lavabo ropa a mi padre, preparado de comer y mira por donde 50 años
después yo sería la que haría esas cosas a ella.
Desde
el primer momento me dieron la llave de la casa, me explicaron como desayunaba,
que me sorprendió su cazo de metal viejecito que migaba con su pan cada día, Le
gustaba a ella partirlo y echarlo a su leche, y asi cada día hasta que las
ganas de comer anunciaban su final.
Disfruté
tanto con ella, que lloro su ausencia, creo que aun no he pasado el duelo que se siente cuando
pierdes a alguien que te roba parte de tu corazón.
Ella,
era una mujer de hacer tareas, de bordar, de hacer punto, de encajes de
bolillos, de todo lo que saben hacer
esas mujeres noriegas que no se le caen los anillos para nada. A todos les
tenía echas colchas, pañitos, encajes y todo lo que se puede imaginar de
mujeres de estas cualidades.
Yo
le ayudé a que volviera a caminar, la rehabilitación cada día, pasito a pasito,
le costó pero volvió a caminar al menos para salir a su patio a tomar solecito,
para ir al baño y algunos paseitos cortos por la calle.
Su
hermano, mayor que ella era otro gran tertuliano nuestro y que le encantaba que
viniera a visitarla, otro hombre al que apreciaba mucho, al igual que el a mí.
Pocos meses de fallecer su hermana, moría el también… Descanse en Paz.
Lo
que más hizo para crear ese vínculo tan enorme de cariño entre ella y yo, era
su necesidad de compañía, de hablar, de sentirse comprendida, de notar mi
ayuda, aunque siempre quise que hiciese todo lo que ella podía hacer, le
ayudaba en lo que ella no podía hacer, pero me ayudaba en ocasiones a hacer su
cama, pelar patatas o lo que le mandaba….
Ella
era para mí y yo era para ella. Muchas horas, muchas charlas, muchas vivencias
que es complicado reflejar en un pequeño relato.
Tienes
dos hijos y una hija que son excelentes y maravillosas
personas, que la querían muchísimo pero que por sus trabajos no la podían
atender todas las horas del día pero que
estuvieron a mi lado en todo momento y con un trato exquisito para mi. Siempre
les estaré agradecida por el trato exquisito que recibí en ese hogar.
Mi
princesa era todo corazón, con un carácter fuerte, de los que me gustan a mí
para poder manejar la situación de la mejor manera posible.
Le encantaba ver a su Juan y Medio y
los niños que salían. Llegaban los suyos y los conocía a la perfección, como le
gustaba que estuvieran a su lado.
Sus
palabras graciosas siempre, como coño, cipote estaban siempre en su boca, hay
que joerse, cojones. Me reía cuando me decía que cosas más raras que hace esta
mujer, cuando en ocasiones me veía hacer yoga tirada al suelo en el patio con una
mantita, a la vez que le hacía a ella mover las piernas, jajaja.
Era lo más gracioso que he conocido en
persona mayor.
Disfruté
tanto con ella, que su sonrisa en su cara quedará para siempre en mi.
Lo
que recibes de una persona dependiente es mucho más que lo que das, eso me
quedó muy claro.
A
pesar de sus iras y enfados en esa ultima etapa de enfermedad, que incluso
marcarón días mis manos, se que me quiso mucho al igual que yo a ella.
Destacar
en MAYUSCULA que lo más grande que puedes dar a una persona dependiente es
mucho amor, comprensión, empatizar con ella, dejarla que sea lo más dependiente
que pueda ser, medicación la justa y necesaria. Ella tomaba una aspirina y
poquito más.
Mi
gran dificultad, el tema aseo, lavarse la cabeza para ella era una odisea, y
echemos muchas batallitas pero todo con mucho cariño y respeto.
Tenía
un cuadro en la cocina que me enamoró desde el día primero y que ahora cuelgo
en mi casa con todo el cariño del mundo.
Todo
transcurría sobre ruedas hasta que un día me di cuenta que el color de la orina
era anormal total, un color oscuro y feo.
Me
lo traje al centro de salud un sábado por la tarde para que hiciesen una
analítica y ya todo fue de forma rápida e inesperada.
La
orina tenía mucha bilirrubina, y el médico me informó que avisara a la familia
que tenían que venir al hospital.
Ambulancia, ecografía y un diagnostico
que nadie esperábamos
Había un cáncer de Páncreas en estado
muy avanzado y que no se podía hacer nada.
Nos dijeron que sería cuestión de días,
pero duró tres meses.
Jamás
se quejaba, perdió mucho peso, el color de su cuerpo era totalmente amarillo,
pero seguía resistiendo como una jabata.
No
comía apenas nada, solo tomaba leche y líquidos, poco a poco se fue apagando
pero jamás dijo yo estoy enferma o deseo morirme.
Tenía
adoración y pasión por uno de sus hijos, el que estaba más cercano a su
domicilio y que por motivos personales lo había tenido siempre a su lado.
Caminaba poquito, pero hasta dos días
antes de morir fue a su baño.
Ha
sido una experiencia en el cuidado maravillosa, un trato especial con ella y
con su familia.
Aquí
quiero hacer una mención especial al equipo de paliativos del hospital de
Pozoblanco por su trato cercano, amable y fabuloso en las úlltimas semanas de
vida. Dos profesionales con muchísimo corazón, energías , saber y apoyo
emocional.
Ella
no sufrío nada, todo controlado con un infusor de medicación para que todo
fuese mucho más fácil.
Se
marchó porque dejó de respirar, porque era su hora y su cuerpo ya era incapaz
de soportar más los efectos de esa enfermedad.
Mención
especial a mi amiga Tere, presidenta de Acuide que en todo momento estuvo a mi
lado para resolver dudas o algún problemilla que se me presentara..
Sus
palabras emotivas el día que falleció son dignas de mención en este relato:
“Hoy quiero tocar el sentimiento de
Caty, cuidadora en duelo porque su voz pálida es la esencia de su abatimiento,
e incertidumbre, pero satisfacción total.
Caty es la demostración de una cuidadora natural que sin nexo o vínculo con la persona cuidada, asoma los efectos de un cuidado responsable, profesional, pero sobre todo de afecto, cariño, respeto: el maná de la persona en su última etapa.
Caty es la demostración de una cuidadora natural que sin nexo o vínculo con la persona cuidada, asoma los efectos de un cuidado responsable, profesional, pero sobre todo de afecto, cariño, respeto: el maná de la persona en su última etapa.
.......Te has impregnado tanto de la tarea del cuidado, has respirado su corazón....,que ahora te afrontas a un duelo inquieto, silente, amarillo porque tu afanosa dedicación hacia "tu abuelita" creó un atisbo de vida deseante de inmortalidad ,de intemporalidad, de ahí su fortaleza a no apagarse, a des-existir.
Contigo seguro, los pliegues de su edad envejecida, se han vuelto pompas cromáticas de vida.....Has destapado su sonrisa lánguida y le has llenado de quietud y serenidad. Lo sé, ha sido así, a pesar de sus "iras".
.......Ya estás impregnada de la paradoja de la existencia....Ahora, guarda ese vínculo, comunícalo, desátalo.
Estas son las palabras de mi querida amiga Teresa Dueñas, presidenta de Acuide, asociación de personas cuidadoras de nuestras zona.
Palabras emotivas y que salieron del corazón el día que falleció la señora que cuidaba y que nos dejo el pasado 19 de Abril de 2013.
Suelo visitar su pueblo a menudo
porque me une mucha amistad con vecinas y personas mayores que me demuestran
cada día su cariño y agradecimiento a mi trabajo.
Hace unos meses he realizado un taller
de dulces típicos con algunas y esto lo reflejaba en mi blog:
Esa
princesita de 88 años queme enseñó muchas cosas a pesar de ser la última etapa
de su vida y que terminé con ella en ese año intenso a su lado.
Hoy he vuelto a encontrarme con muchas de esas vecinas, amigas y conocidas de ella en un taller de elaboración de dulces caseros, que ellas saben hacer a la perfección.
Al verme, rápidamente han venido a abrazarme y besarme.
Abrazos y besos de los de verdad, de los que que marcan, emocionan y gustan.
En otras ocasiones ya he coincidido con ellas y me han demostrado el aprecio que me tienen.
Muchas de ellas, nos visitaban y compartían con las dos ratitos de charla y compañía.
La gente mayor quiere y se deja querer, es lo que más me gusta de esa etapa de la vida.
La vejez es la etapa donde una persona necesita que la quieran más, que estés más a su lado, que le demuestres que la escuchas...
Justo es lo que tiene que hacer una cuidadora profesional, querer, ayudar, escuchar, acompañar, entender, empatizar.... toda esa lluvia de ideas que pusimos en común las cuidadoras en el taller del miercoles pasado.
Como me gusta que me digan, que buena cuidadora fuiste con ella, como la quisiste y que bien lo hiciste hasta el final...
Este es el buen sabor de boca que queda cuando el trabajo está bien echo, cuando una pone todo el corazón y esfuerzo en lo que hace.
Gratificante y emocionantes las muestras de cariño recibidas.
Hoy he vuelto a encontrarme con muchas de esas vecinas, amigas y conocidas de ella en un taller de elaboración de dulces caseros, que ellas saben hacer a la perfección.
Al verme, rápidamente han venido a abrazarme y besarme.
Abrazos y besos de los de verdad, de los que que marcan, emocionan y gustan.
En otras ocasiones ya he coincidido con ellas y me han demostrado el aprecio que me tienen.
Muchas de ellas, nos visitaban y compartían con las dos ratitos de charla y compañía.
La gente mayor quiere y se deja querer, es lo que más me gusta de esa etapa de la vida.
La vejez es la etapa donde una persona necesita que la quieran más, que estés más a su lado, que le demuestres que la escuchas...
Justo es lo que tiene que hacer una cuidadora profesional, querer, ayudar, escuchar, acompañar, entender, empatizar.... toda esa lluvia de ideas que pusimos en común las cuidadoras en el taller del miercoles pasado.
Como me gusta que me digan, que buena cuidadora fuiste con ella, como la quisiste y que bien lo hiciste hasta el final...
Este es el buen sabor de boca que queda cuando el trabajo está bien echo, cuando una pone todo el corazón y esfuerzo en lo que hace.
Gratificante y emocionantes las muestras de cariño recibidas.
Tenía
un cuadro en la cocina que me enamoró desde el día primero y que ahora cuelgo
en mi casa con todo el cariño del mundo.
Ella falleció y nos dejó pero para mí
quedará siempre en el recuerdo como una vivencia maravillosa.
Murió con sus manos cogidas a las mías
y con sus hijos al lado, en su cama y su hogar.
Satisfacción total con mi trabajo y su
cuidado.
Siempre te recordaré, PRINCESA.
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