sábado, 5 de abril de 2014

Un pequeño relato de mis vivencias de Cuidadora.

Se acerca el primer aniversario de la muerte de mi Princesa y me invaden muchos sentimientos.
Cada día la recuerdo y la echo de menos.
Reconozco que el buen sabor de boca que me quedó después de su fallecimiento hace que me sienta orgullosa de como lo hice hasta el final.
No dejo de emocionarme cada vez que veo fotos, escucho su voz o miro un precioso cuadro que me traje a casa para tenerla siempre presente.
Espero os guste:

 ME TOCASTE EL CORAZÓN, PRINCESA.


Todo comienza en un mes de Mayo, cuando cansada y agobiada con mi anterior trabajo de venta de alimentación en mi negocio, decido que es hora de buscar alternativas y salir a trabajar fuera del negocio familiar.


Me pongo en contacto con la familia para ir a visitarla al hospital, pero me dicen que la ambulancia ya esta preparada y se marchan para su pueblo. Concertamos una cita para el día siguiente en la casa de mi princesita.

Nueve de la mañana, un domicilio que no conocía de nada, un pueblo cercano al mío pero que necesitaba coche para ir cada día.

Me encuentro una señora mayor, con 87 años, en su silla de ruedas, su hija, una nieta y un hijo allí esperándome para hablar conmigo y ofrecerme lo que necesitaban para que su madre estuviese atendida durante todo el tiempo y de la mejor manera posible.

La casa me llenó de energía, nada de lujos, muebles y enseres los necesarios para poder vivir cómodamente, mucha luz, el sol entrando por la puerta del patio, justo lo que busco siempre que me es posible y que me sirve para recargar pilas.

Me ofrecen quedarme al cargo total de la casa, compras, comida, aseo, médicos, limpieza…

Al principio me asusté, pero no me dio tiempo a pensarlo, necesitaban con urgencia alguien que pudiera ocuparse de ella y atenderla en todas sus necesidades.
Arrastraba desde tiempo problemas de deterioro debido a la edad y una demencia de tipo vascular, necesita estar acompañaba y alguien que se ocupara en jornada completa de ella.

Sus hijos dormían con ella y la visitaban a diario, pero era imposible estar las 24 horas atendida porque todos tenían sus trabajos y familias.

Con este horario,  incluidos algunos fines de semana estuve con ella casi 365 días. Su casa se convirtió en mi nuevo hogar salvo las horas de tarde-noche que yo regresaba a mi casa con mi marido y mis hijos.

En esta etapa por supuesto agradecer al maravilloso marido y padre que tenía en casa y que se ocupó de mis hijos en todo momento a la perfección.

Una rutina diaria, de levantarla, aseo, desayuno,  pasear, charlar, recitar poesías y sobre todo de querernos y adorarnos mutuamente.



Casualidades de la vida, esta buena mujer trabajadora y luchadora desde siempre había estado con mi padre en el campo, cuando mi padre era un chavalito joven y cuando se quedaban en el campo para poder llevar algo de dineros a sus casas, siendo casi niños.
Ella le había lavabo ropa a mi padre, preparado de comer y mira por donde 50 años después yo sería la que haría esas cosas a ella.

Desde el primer momento me dieron la llave de la casa, me explicaron como desayunaba, que me sorprendió su cazo de metal viejecito que migaba con su pan cada día, Le gustaba a ella partirlo y echarlo a su leche, y asi cada día hasta que las ganas de comer anunciaban su final.

Disfruté tanto con ella, que lloro su ausencia, creo que aun no  he pasado el duelo que se siente cuando pierdes a alguien que te roba parte de tu corazón.

Ella, era una mujer de hacer tareas, de bordar, de hacer punto, de encajes de bolillos, de todo lo que saben  hacer esas mujeres noriegas que no se le caen los anillos para nada. A todos les tenía echas colchas, pañitos, encajes y todo lo que se puede imaginar de mujeres de estas cualidades.

Yo le ayudé a que volviera a caminar, la rehabilitación cada día, pasito a pasito, le costó pero volvió a caminar al menos para salir a su patio a tomar solecito, para ir al baño y algunos paseitos cortos por la calle.

Su hermano, mayor que ella era otro gran tertuliano nuestro y que le encantaba que viniera a visitarla, otro hombre al que apreciaba mucho, al igual que el a mí. Pocos meses de fallecer su hermana, moría el también… Descanse en Paz.

Lo que más hizo para crear ese vínculo tan enorme de cariño entre ella y yo, era su necesidad de compañía, de hablar, de sentirse comprendida, de notar mi ayuda, aunque siempre quise que hiciese todo lo que ella podía hacer, le ayudaba en lo que ella no podía hacer, pero me ayudaba en ocasiones a hacer su cama, pelar patatas o lo que le mandaba….

Ella era para mí y yo era para ella. Muchas horas, muchas charlas, muchas vivencias que es complicado reflejar en un pequeño relato.

Tienes dos  hijos y  una hija que son excelentes y maravillosas personas, que la querían muchísimo pero que por sus trabajos no la podían atender todas las horas del día  pero que estuvieron a mi lado en todo momento y con un trato exquisito para mi. Siempre les estaré agradecida por el trato exquisito que recibí en ese hogar.

Mi princesa era todo corazón, con un carácter fuerte, de los que me gustan a mí para poder manejar la situación de la mejor manera posible.

Le encantaba ver a su Juan y Medio y los niños que salían. Llegaban los suyos y los conocía a la perfección, como le gustaba que estuvieran a su lado.

Sus palabras graciosas siempre, como coño, cipote estaban siempre en su boca, hay que joerse, cojones. Me reía cuando me decía que cosas más raras que hace esta mujer, cuando en ocasiones me veía hacer yoga tirada al suelo en el patio con una mantita, a la vez que le hacía a ella mover las piernas, jajaja.

Era lo más gracioso que he conocido en persona mayor.

Disfruté tanto con ella, que su sonrisa en su cara quedará para siempre en mi.
Lo que recibes de una persona dependiente es mucho más que lo que das, eso me quedó muy claro.

A pesar de sus iras y enfados en esa ultima etapa de enfermedad, que incluso marcarón días mis manos, se que me quiso mucho al igual que yo a ella.


Destacar en MAYUSCULA que lo más grande que puedes dar a una persona dependiente es mucho amor, comprensión, empatizar con ella, dejarla que sea lo más dependiente que pueda ser, medicación la justa y necesaria. Ella tomaba una aspirina y poquito más.


Mi gran dificultad, el tema aseo, lavarse la cabeza para ella era una odisea, y echemos muchas batallitas pero todo con mucho cariño y respeto.

Tenía un cuadro en la cocina que me enamoró desde el día primero y que ahora cuelgo en mi casa con todo el cariño del mundo.

 


Todo transcurría sobre ruedas hasta que un día me di cuenta que el color de la orina era anormal total, un color oscuro y feo.

Me lo traje al centro de salud un sábado por la tarde para que hiciesen una analítica y ya todo fue de forma rápida e inesperada.

La orina tenía mucha bilirrubina, y el médico me informó que avisara a la familia que tenían que venir al hospital.

Ambulancia, ecografía y un diagnostico que nadie esperábamos

Había un cáncer de Páncreas en estado muy avanzado y que no se podía hacer nada.

Nos dijeron que sería cuestión de días, pero duró tres meses.

Jamás se quejaba, perdió mucho peso, el color de su cuerpo era totalmente amarillo, pero seguía resistiendo como una jabata.

No comía apenas nada, solo tomaba leche y líquidos, poco a poco se fue apagando pero jamás dijo yo estoy enferma o deseo morirme.

Tenía adoración y pasión por uno de sus hijos, el que estaba más cercano a su domicilio y que por motivos personales lo había tenido siempre a su lado.

Caminaba poquito, pero hasta dos días antes de morir fue a su baño.

Ha sido una experiencia en el cuidado maravillosa, un trato especial con ella y con su familia.
  
Aquí quiero hacer una mención especial al equipo de paliativos del hospital de Pozoblanco por su trato cercano, amable y fabuloso en las úlltimas semanas de vida. Dos profesionales con muchísimo corazón, energías , saber y apoyo emocional.
Ella no sufrío nada, todo controlado con un infusor de medicación para que todo fuese mucho más fácil.
Se marchó porque dejó de respirar, porque era su hora y su cuerpo ya era incapaz de soportar más los efectos de esa enfermedad.

Mención especial a mi amiga Tere, presidenta de Acuide que en todo momento estuvo a mi lado para resolver dudas o algún problemilla que se me presentara..

Sus palabras emotivas el día que falleció son dignas de mención en este relato:


“Hoy quiero tocar el sentimiento de Caty, cuidadora en duelo porque su voz pálida es la esencia de su abatimiento, e incertidumbre, pero satisfacción total.
Caty es la demostración de una cuidadora natural que sin nexo o vínculo con la persona cuidada, asoma los efectos de un cuidado responsable, profesional, pero sobre todo de afecto, cariño, respeto: el maná de la persona en su última etapa.

.......Te has impregnado tanto de la tarea del cuidado, has respirado su corazón....,que ahora te afrontas a un duelo inquieto, silente, amarillo porque tu afanosa dedicación hacia "tu abuelita" creó un atisbo de vida deseante de inmortalidad ,de intemporalidad, de ahí su fortaleza a no apagarse, a des-existir.
Contigo seguro, los pliegues de su edad envejecida, se han vuelto pompas cromáticas de vida.....Has destapado su sonrisa lánguida y le has llenado de quietud y serenidad. Lo sé, ha sido así, a pesar de sus "iras".
.......Ya estás impregnada de la paradoja de la existencia....Ahora, guarda ese vínculo, comunícalo, desátalo.

Estas son las palabras de mi querida amiga Teresa Dueñas, presidenta de Acuide, asociación de personas cuidadoras de nuestras zona.
Palabras emotivas y que salieron del corazón el día que falleció la señora que cuidaba y que nos dejo el pasado 19 de Abril de 2013.


Suelo visitar su pueblo a menudo porque me une mucha amistad con vecinas y personas mayores que me demuestran cada día su cariño y agradecimiento a mi trabajo.

Hace unos meses he realizado un taller de dulces típicos con algunas y esto lo reflejaba en mi blog:


Esa princesita de 88 años queme enseñó muchas cosas a pesar de ser la última etapa de su vida y que terminé con ella en ese año intenso a su lado.

Hoy he vuelto a encontrarme con muchas de esas vecinas, amigas y conocidas de ella en un taller de elaboración de dulces caseros, que ellas saben hacer a la perfección.

Al verme, rápidamente han venido a abrazarme y besarme.
Abrazos y besos de los de verdad, de los que que marcan, emocionan y gustan.
En otras ocasiones ya he coincidido con ellas y me han demostrado el aprecio que me tienen.
Muchas de ellas, nos visitaban y compartían con las dos ratitos de charla y compañía.
La gente mayor quiere y se deja querer, es lo que más me gusta de esa etapa de la vida.

La vejez es la etapa donde una persona necesita que la quieran más, que estés más a su lado, que le demuestres que la escuchas...

Justo es lo que tiene que hacer una cuidadora profesional, querer, ayudar, escuchar, acompañar, entender, empatizar.... toda esa lluvia de ideas que pusimos en común las cuidadoras en el taller del miercoles pasado.

Como me gusta que me digan, que buena cuidadora fuiste con ella, como la quisiste y que bien lo hiciste hasta el final...

Este es el buen sabor de boca que queda cuando el trabajo está bien echo, cuando una pone todo el corazón y esfuerzo en lo que hace.

Gratificante y emocionantes las muestras de cariño recibidas.


Tenía un cuadro en la cocina que me enamoró desde el día primero y que ahora cuelgo en mi casa con todo el cariño del mundo.



Ella falleció y nos dejó pero para mí quedará siempre en el recuerdo como una vivencia maravillosa.


Murió con sus manos cogidas a las mías y con sus hijos al lado, en su cama y su hogar.

Satisfacción total con mi trabajo y su cuidado.


Siempre te recordaré, PRINCESA.








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